No se cuánto hace de la última entrada, pero con la rutina diaria creo tener menos tiempo libre del que en realidad tengo.
Han pasado muchas cosas. La semana pasada fue la última de entrenamiento, así que ayer empezamos con el trabajo en serio, aunque de momento estamos en lo que se llama «nesting period». Básicamente, si metemos la pata no nos van a decir nada.
El trabajo va bien, aunque por un motivo que desconozco aun no tengo acceso al sistema, así que tengo que trabajar con alguien más o pedir un usuario y contraseñas prestados. Ya he escrito varios emails y hoy he tenido mis dos primeras llamadas. La primera, de una granadina. No eran cuestiones muy difíciles, pero de momento, cuando hablo por teléfono en inglés parezco un robot. Eso no me lo ha dicho la entrenadora, ella sólo me ha pedido que mis conversaciones tengan algo más de «flow».
La única gran pega que le veo a esta situación sigue siendo el transporte. Mañana empiezo con el turno de 8 a 16.30. Ahora mismo cojo el autobús a las 8.10, pero antes de ese no hay ninguno. Y hoy, al salir de trabajar, he ido a un punto donde sé que paran autobuses (no se ni cuáles ni adónde me llevarían, pero un bus es un bus). Después de 35 minutos de espera, desistí e intenté parar un taxi. El primero me dijo que iba en otra dirección; el segundo ni siquiera paró.
«Si ni siquiera puedo coger un taxi para volver del trabajo, apaga y vámonos», pensaba, cuando vi que el primer taxista giraba en la rotonda, me pitaba y paraba para recogerme. Llevaba a una mujer que iba en mi dirección, y decidió volver para ver si yo seguía allí esperando. Catalogo esta experiencia entre las más raras en cuanto a taxis se refiere.
Definitivamente, necesito un coche.
Gracias por leerme.
Patricia.
…que mis conversaciones tengan algo más de “flow”. Me ha hecho gracia, ánimos para tu trabajo!
Me gustaMe gusta