8 días

Antes de venir a Irlanda tenía un par de ideas en mente para pasar el tiempo mientras encontraba trabajo. La primera era apuntarme a clases de pilates, pues tengo problemas de espalda. La segunda era apuntarme a clases de francés.

Después de una prueba online de mi nivel de francés, el lunes pasado fui a la primera clase. Al salir eran las nueve de la noche, por lo que no quedaba nadie en la academia y no pude pagar el curso. Decidí volver otro día, antes de la clase siguiente, para pagar. Me daba un poco de apuro volver a ir a clase sin haber pagado (por si no lo sabéis, hay quien me llama la «niña apuro»).

El miércoles fui a hacer unos recados y me acerqué a la academia. Eran las dos menos veinte, lunch time, y no había nadie en las aulas. Subí una planta más y encontré a una mujer delante de un ordenador. Le dije el motivo de mi visita y me reconoció por los emails que le había ido mandando. Era la directora de la academia. Me preguntó si vivía en el pueblo y empezamos a hablar. Dónde vivía, qué había estudiado, si estaba trabajando… me parecieron demasiadas preguntas para una breve conversación de cortesía o small talk.

Después de unos cinco minutos de conversación acabó por contarme lo siguiente: hay una empresa estadounidense trabajando en el pueblo, buscando personas con más de un idioma para trabajar en su nuevo servicio de atención al cliente. Al ser mi inglés bastante bueno (me dijo incluso que tengo algo de acento irlandés) y ser española, podría ser una buena candidata para el puesto. Supongo que la directora de recursos humanos de la empresa se había puesto en contacto con ella ya que una academia es el mejor sitio para encontrar a gente con idiomas.

Me dijo que si quería, debía enviar la solicitud tan pronto como pudiera, ya que sabía que el proceso de selección iba a acabar pronto y los primeros contratados empezarían la semana siguiente.

Esa misma tarde volví a la casa, escribí mi curriculum de cero y redacté una carta de presentación que envié enseguida a la directora de recursos humanos de la empresa.

El jueves me desperté con un email de la directora de recursos humanos. Al principio no quería leerlo, porque pensé que serían «malas noticias» (no estamos interesados, el proceso de selección ha concluído…). Pero todo lo contrario. Me preguntaba si seguía en España o ya vivía en el pueblo. Tras contestarle, volvió a escribirme. Si estaba dispuesta, podía tener una entrevista con ella el viernes a las 12. Hoy.

En el coche de camino a la oficina me dieron un consejo: «recuerda que ellos te necesitan más a ti que tú a ellos». Eso no consiguió que dejara de temblar, pero sí consiguió que subiera la cabeza mientras cruzaba la oficina de camino al despacho. Sinceramente, la seguridad en mí misma brilla por su ausencia.

Resumiré la entrevista, el examen de inglés que hice al acabar y el examen oral que hice por teléfono horas después en lo siguiente: he conseguido el trabajo y empiezo el lunes. Contratada sólo ocho días después de llegar a Irlanda. La verdad es que no me había propuesto trabajar aquí sino en la capital, y por eso no lo había intentado. Mi puesto será en el departamento de Atención al Cliente, donde hablaré el 90% del tiempo en inglés, y donde trabajaré con alemanes, franceses, españoles… lo cual me parece muy interesante.

No me puedo creer la suerte que he tenido. Aunque si os digo la verdad por primera vez hoy tengo ganas de creérmelo y de decir que verdaderamente me lo merezco.

Gracias por leerme.

Patricia